“Así no lo hacía mi mamá” Capítulo 9: Se suspendió el partido. Voy a cenar.

“servicio las 24hs” o “abierto las 24hs”: cartel que se encuentra en distintos comercios, el cual indica que se trabaja todo el día, todos los días, suelen ser restaurants de comidas rápidas, estaciones de servicios y talleres de autos; cabe aclarar que las casas particulares tanto como las esposas quedan exentas de esta actividad.”

Anónima.

Cuando las mujeres decidimos hacer ejercicio, arreglamos los horarios, dejamos las cosas listas para esos días y vamos, así de simple.

En cambio, cuando los hombres por fin deciden hacer ejercicio, son insoportables, primero eligen la actividad, por ejemplo: fútbol, entonces necesitan zapatillas especiales con cámara de aire para poder correr sin lastimarse ni la espalda ni las rodillas, el equipo tiene que ser de una tela que absorba la transpiración pero que no raspe la entrepierna, luego un buzo que haga juego y por supuesto un bolsa para poner todo esto en el auto. Conseguir esto les toma alrededor de 15 o 20 días, buscando marcas y precios, etc.

Luego viene toda la peregrinación para completar el equipo para poder jugar, conseguir otros 5 o 10 hombres que hayan decidido hacer algo, y por supuesto ya hayan completado el vestuario, toma otros 15, 20 días más.

Cuando finalmente todas las exigencias están completas, fijan una fecha y nosotras creemos que ya está que van a ir a jugar y listo, vuelven felices. Pero no.

Vienen el lunes y nos informan que el viernes a la noche, luego del trabajo, van directo a la cancha a jugar, pero esto nos sigue siendo recordado el martes, el miércoles, y el jueves, siempre con la misma frase: “acordate que el jueves tengo partido y como con los chicos del trabajo después”. O la otra opción a la misma situación:” este finde tengo campeonato de futbol, así que arreglen algo con los nenes por que voy a estar con los “chicos del trabajo”, dícese de cincuentones o en su defecto cuarentones, tratando de revivir viejos tiempos o creyendo que todavía se ven bien en pantalones cortos.

Nuestra respuesta a estas situaciones es la normal, el viernes a la noche, cocinamos algo simple sin tenerlos en cuenta, o nos juntamos con amigas sin contarlos con la comida, o arreglamos un fin de semana con nuestros hijos, haciendo todas esas cosas que nuestros maridos no quieren hacer o hacen de compromiso, quejándose, resoplando y con cara de traste todo el camino, como caminar mirando vidrieras, comer en lugares para niños, cocinar cosas ricas en casa y ver pelis de chicos, por ejemplo.

Cuando estamos casi por disfrutar de nuestros planes organizados en base a lo que molestaron ellos toda la semana con los suyos, nos llega el mensaje de texto: “se suspendió el partido, como en casa”. 

Pasados unos 20 minutos de recibir el mensaje, llegan ellos, con el bolsito en la mano, y cara de carnero degollado, y viene la pregunta del millón: ¿y yo que como?

A lo que nosotras respondemos: ¿no comías con los chicos?, acá no hay nada. Y ahí viene la cara de nunca me tenes en cuenta, y ahora yo que hago, como si le hubiéramos dicho que nos vamos a fugar con su auto o algo asi, paso próximo es sentarse en la computadora o frente a la televisión, resoplar y poner cara de pobrecitos abandonados.

Somos repudiadas enérgicamente cuando sugerimos que pidan comida al delivery, con la frase:” que te pensas, que la plata nace en los arboles, eso es carísimo”.

Después de un rato de inútiles quejas y reclamos, viene la frase que desata nuestro instinto homicida, “yo no entiendo por qué no me cocinaste algo por las dudas?

¡¿y por qué va a ser?! Toda la semana machacando, recordando, insistiendo, que el viernes o el finde tenían planes, para atajarse de cualquier reclamo y hacer alarde de su prominente actividad física. Por qué nosotras tenemos que estar pendientes las 24hs, con la comida a punto por las dudas o tener ¡menús de emergencia!, ¿ en que cabeza cabe? Obvio en la de ellos!!!

Cada vez que nosotras salimos con amigas, antes de salir los chicos están bañaditos, listos, y la comida en la heladera, en el caso de no tener hijos, dejamos siempre algo por las dudas que ellos no salgan, y cuando suspendemos las actividades a ultimo momento, de pasada nos compramos algo para comer y listo. No molestamos a nadie, ni hacemos que todos cancelen sus actividades para atendernos a nosotras.

Y en el caso de ponernos firmes y mantenernos con el: “nosotras ya tenemos planes, fíjate que haces”. Tenemos por lo menos 2 semanas de caras largas, resoplos y preguntas como: ¿hoy si hay para mi?, y si justo coincide con la visita de nuestra suegra, tenemos que aguantarnos el discurso de como ellos no puede hacer ejercicio porque nosotras no los acompañamos, seguido del discurso de nuestra suegra de como el ejercicio es salud y de como debemos cuidar a nuestras parejas. Todo lo que aumenta nuestro instinto homicida un 100%.

Yo creo que lo que se tendría que hacer es agregar en el sermón del cura, cuando nos casa:

“en la salud, en la enfermedad, locura, capricho, manteniendo un servicio las 24hs, sin descansos ni feriados, teniendo en cuenta todas las posibles suspensiones de actividades, con las respectivas soluciones, hasta que la muerte los separe”.

A ver si alguien dice: “si, acepto” a eso.

Encontrá mucho más en:

CAPITULO 9: Se suspendió el partido. 
Voy a cenar.

En este capitulo vamos a hablar de cuando nos encontramos conviviendo con alguien que cree que el nuestro es un servicio las 24 horas.

Siguiendo la premisa del formato radial presentamos “Así no lo hacía mi mamá” una ficción totalmente novedosa y diferente.

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Título: Así no lo hacía mi mamá
Autora: Georgina Urbani
Editorial: Martín de Crowder, Dora Patricia
Cant. de Pág.: 64
ISBN: 978-987543690-9
Origen: Argentina
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